Pandora

La mujer, ya desde la antigüedad, ha estado relegada a una posición de sumisión e inferioridad con respecto al hombre. Esto pensamiento se formó a raíz de muchos mitos sobre el origen de la mujer y el hombre. Este pensamiento Antiguo se ha traducido en una sociedad y sistema patriarcal que está presente aún en pleno siglo XXI. Por supuesto, la mentalidad machista y misógina no es tan profunda como lo era anteriormente, poco a poco la sociedad va evolucionando y las antiguas creencias van, afortunadamente en este caso, extinguiéndose, aunque el trabajo de las feministas no ha acabado ya que queda muchas cuestiones que tendríamos que replantearnos y cambiar.
Uno de los mitos que contribuyen a la concepción de la mujer como ser causante de problemas, es el mito griego de Pandora.
La historia de Pandora comienza con la de Prometeo:
Cuenta el poeta Hesiodo que los  dioses encargaron la creación de los hombres y de los animales a dos hermanos, llamados Prometeo y Epimeteo. Epimeteo creó a todos los animales. Prometeo por su parte, fue el encargado de crear a los hombres, a quienes hizo semejantes en apariencia a los dioses y, llevando la contraria a Zeus, que pretendía mantener a los hombre sumidos en la ignorancia, para que así dependieran de los dioses; les concedió el don del fuego, que previamente había robado a Helios, el dios del Sol, para que pudieran sobrevivir en la tierra.
Zeus, dios de todos los dioses del Olimpo, enfadado con Prometeo por sus ofensas, planeo vengarse de él y ordenó a Hefesto, el dios de la forja, que creara a la primera mujer.
Modeló este una imagen con arcilla, con figura y belleza semejantes a  las inmortales. Afrodita le otorgó sensualidad y gracia. Atenea le concedió el dominio del telar y la engalanó con bellas prendas. El último de los deseos de Zeus respecto a ella fue que Hermes le otorgara el manejo de la mentira y un carácter voluble. El resultado de todo esto fue el origen de un “bello mal”, de manera que cualquiera estaría agradecido de recibirlo, sin esperar que detrás de la belleza se escondiera un sinfín de desgracias.
La llamaron Pandora.


Como parte de su venganza se la entregó a Prometeo, pero este, tras recibir la ofrenda, precavido ante los regalos de Zeus, decidió rechazarla. En cambio, el hermano de Prometeo, Epimeteo, enamorado perdidamente de ella y sin escuchar las advertencias de su hermano, la aceptó como esposa. Como regalo de bodas, Pandora recibió un misterioso pithos —una tinaja ovalada en realidad, aunque la conocemos comúnmente como una caja— con instrucciones de no abrirlo bajo ninguna circunstancia.
Un día, debido a la curiosidad con la que había sido dotada Pandora, abrió la caja, dejando escapar todos los males por el mundo. Un mundo en el que hasta entonces no había existido infortunio o desgracia alguna. Pandora asustada y tomando consciencia de los males que salían de la caja, intentó cerrarla de nuevo, pero ya era tarde y solo logró que se quedara dentro Elpis la esperanza. Desde entonces los seres humanos se hayan expuestos a todos los males que salieron de la caja y la esperanza, que se quedó encerrada, ayuda a las personas a soportar estas catástrofes que se extienden sobre la tierra.

De esta historia surgió la expresión «La esperanza es lo último que se pierde». Pero, esto hace pensar que, si la esperanza está contenida en una caja donde se encontraban todos los males, ¿es por tanto considerable como virtud, o como un concepto negativo? Al menos, Hesiodo lo consideraba un mal, ya que la ubicó de esa manera. Solemos utilizar también en referencia a este mito la frase "abrir la caja de Pandora" cuando queremos decir que algún acto nos va a traer un mal o desgracia.




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